Cinco años del 8M que cambió España
- Carlos Núñez
- 9 mar 2023
- 3 Min. de lectura
En 2018, una marea morada cubrió las calles de toda España y, desde entonces, nada ha vuelto a ser igual
En octubre de 2017, al otro lado del ‘charco’, comenzó en EEUU uno de los movimientos sociales más relevantes del país en los últimos años junto con el posterior movimiento antirracista #BlackLivesMatter: la marea feminista del #MeToo. Inicialmente, este comenzó su recorrido en las redes sociales donde, a través de publicaciones que se hacían virales, diversas actrices y trabajadoras del sector del cine denunciaron supuestos casos de abuso sexual que habían sufrido por parte del productor de cine y ejecutivo estadounidense Harvey Weinstein. La autoría del movimiento se da a la activista social Tarana Burke, y su popularización a la actriz Alyssa Milano, quien animó a las demás actrices a contar sus vivencias en redes. Poco a poco, el movimiento fue ganando apoyo y fama en redes y, así, un instrumento que nació como forma de ayudar a actrices a denunciar lo que habían vivido, fue sirviendo para que todas las mujeres del país, y posteriormente del mundo, contaran todas las situaciones de este tipo que habían vivido a lo largo de su vida. El #MeToo, que comenzó con una sola publicación, ha superado a fecha de hoy las 500.000 publicaciones en redes sociales.

Como si de un tsunami se tratara, y en cierta medida por nuestra curiosa tendencia a idolatrar e imitar todo aquello que tiene origen norteamericano, el movimiento iniciado por actrices estadounidenses fue haciéndose eco en Europa, donde miles de mujeres se atrevieron a contar aquello que llevaban años callando.
En España, por continuar con el símil del mar, se dio algo parecido a lo que ocurre cuando se juntan dos masas de agua a gran potencia: al ya mencionado #MeToo estadounidense, se unió el enfado social que se vivía en pleno contexto del juicio por el Caso de la Manada, en el que un grupo de jóvenes violó a una chica en el contexto de las fiestas de Sanfermines de 2016, y que tanto ha dado de qué hablar 7 años después por la Ley del Sólo Sí es Sí. Este fue el caldo de cultivo perfecto para lo que ocurrió precisamente el 8 de marzo de hace exactamente 5 años.

Según los sindicatos, más de 5 millones de mujeres salieron a las calles ese día, en el contexto del Paro Internacional de Mujeres, y si algo definió a la participación fue la transversalidad: mujeres de todas las edades, de todos los rincones del país, de todas las profesiones y, prácticamente, de todas las ideologías salieron a las calles a protestar por las distintas discriminaciones que sufrían en su día a día.
Desde entonces, nada ha sido igual en España. Como se pudo ver ayer, aunque no se han repetido las espectaculares cifras del 2018, la participación popular en las distintas concentraciones es multitudinaria cada 8 de marzo desde entonces, y las redes sociales, esas que ayudaron a convertir el #MeToo en algo más que palabras, se llenan de mensajes de apoyo a la lucha de las mujeres, cuando, hace no mucho tiempo, lo raro era precisamente ser feminista.
La ola morada del 8M pasó además a las instituciones con el cambio de Gobierno que se produjo en España tras prosperar la moción de censura del PSOE contra Mariano Rajoy. Pedro Sánchez quiso abrazar el tan fuerte movimiento feminista en su recién estrenado gobierno (el primero con más ministras que ministros) colocando la cartera de Igualdad a su entonces Vicepresidenta Carmen Calvo.

Casi dos años después, ya en 2020, la caída de ese gobierno y la posterior repetición electoral desencadenó la creación del primer gobierno de coalición de la historia de la democracia española entre Unidas Podemos (su nombre, otro reflejo más de la importancia política del feminismo en el momento) y el PSOE, en el que, además, la cartera de Igualdad pasó a tener un ministerio independiente.
Han pasado desde entonces tantas cosas, que habría que darle la razón a Lenin en eso de que “hay décadas en las que no pasa nada, y semanas en las que pasan décadas”. El feminismo se encuentra inmerso en un momento crítico, en el que sus diferentes ramas pugnan en el ‘debate trans’, sosteniendo posturas que parecen prácticamente irreconciliables. Tanto, que uno podría llegar a preguntarse si verdaderamente volveremos a ver en algún momento aquella fuerza unida que se vio en 2018.
Comments