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En búsquesda de la trascendencia

El cine más allá del cine


Un artista que haya reflexionado sobre la importancia de su obra y haya perseguido incansablemente lo perfecto y lo sublime, casi con total seguridad, se habrá detenido en algún momento a pensar sobre qué impacto puede tener su arte en la realidad, y si lo concibe como algo permanente que permanece por el resto de la historia.


Es innegable que, como humanos, tenemos muchas limitaciones tanto físicas como espirituales, pues estamos condicionados por el tiempo, el espacio, la sociedad, y un sinfín de factores que no dependen exclusivamente de nosotros. Es por esto que buscamos maneras de escapar de estas limitaciones, de encontrar la libertad que la Naturaleza no nos ha dado. El arte es sin duda una de estas herramientas, que se sienten en ocasiones más grandes que nosotros mismos, más importantes, y, en consecuencia, más trascendentes.


¿Conseguiremos hacer mella en la gente con una obra? ¿Tiene la realidad de esta obra más importancia que la de quien la percibe, al menos durante este proceso? ¿Quedará en la memoria del ser humano, y permitirá que el artista no muera cuando fallezca?


A través de varios ejemplos, vamos a observar a qué nivel preocupa la búsqueda de la trascendencia a los artistas y cómo representan estas ideas, ya sea en atormentados personajes, o en artistas ficticios que compartan estas mismas inquietudes.


A lo largo de la historia del cine, hemos visto este desesperado empeño por trascender continuamente. Sin ir más lejos, en la no muy aclamada pero excelente última película de Damien Chazelle Babylon (2022), uno de los personajes expresa que quiere hacer películas porque es algo más importante que él, algo que perdura, y que te permite viajar a cualquier parte sin moverte del set. Mientras que se muestra la cambiante y corrupta naturaleza de la industria cinematográfica, así como la del propio ser humano, se trata de destacar que lo verdaderamente importante es lo que hacen, no cómo lo hacen: crear historias, suscitar emociones en el espectador, y captar la belleza de la vida con metáforas e imágenes reveladoras.


Manny Torres (Diego Calvo) emocionado ante la belleza del séptimo arte, en Babylon. Fuente: Media
Manny Torres (Diego Calvo) emocionado ante la belleza del séptimo arte, en Babylon. Fuente: Media

En It's such a Beautiful Day (2012), el narrador de la historia se niega a que la condición humana del protagonista pueda con él, por lo que no le permite morir y lo lleva a un plano divino en el que su vida jamás termina, donde los años pasan, y todo perece menos él.


En la serie de animación Rick y Morty (desde 2013) recibimos un mensaje desalentador y reconfortante a la vez. En los numerosos episodios en los que Rick expresa su pensamiento, nos hace entender que somos seres insignificantes y diminutos ante la inmensidad del universo, que nada importa, y que no pertenecemos a ningún sitio pues todos vamos a morir. Sin embargo, sí entendemos que tenemos el derecho y el deber de disfrutar de la vida pues es lo único que tenemos, y que preocuparnos por nuestras limitaciones y la inminente e inevitable muerte tan solo nos puede conducir a ser inútilmente desdichados.


Cita del diálogo entre Morty y su hermana Summer.  Fuente: Cbr.com
Cita del diálogo entre Morty y su hermana Summer. Fuente: Cbr.com

Cómo olvidar la conocida película de David Fincher Seven (1995), cuyo excéntrico y perturbado asesino interpretado por Kevin Spacey se rinde a un propósito que cree más grande que él, por lo que hace todo lo que está en su mano para cumplirlo. Él está convencido de que su obra va a ir más allá, marcando el futuro de muchas personas ajenas a los pecados que están cometiendo, establecidos en este caso por una doctrina religiosa.


John Doe (Kevin Spacey) en Seven. Fuente: @wonderfulworldofmichaelford on Tumblr.
John Doe (Kevin Spacey) en Seven. Fuente: @wonderfulworldofmichaelford on Tumblr.

Fincher también explora esta idea en Fight Club (1999), pues el protagonista se da cuenta de que vive en un agotador bucle de sufrimiento y servidumbre al trabajo y a lo material, y decide cambiar su forma de vida para hacer algo que vaya en contra de todo lo establecido, que produzca un irremediable cambio, y conseguir trascender drásticamente.


Paolo Sorrentino es un director muy reflexivo y contemplativo que explora también esta búsqueda de algo superior o perfecto. En La Gran Belleza (2013), el protagonista se dedica a buscar incesantemente esta verdad, aquello que va más allá, que trasciende, pues es y significa más que nuestra propia realidad. Esta misma idea la encontramos en Fue la Mano de Dios (2021), la película más autobiográfica de Sorrentino en la que el personaje principal decide dedicarse al cine para refugiarse en una realidad más bella y más perfecta, porque la suya ya no le gusta. En ambas películas encontramos el arte como objeto trascendente, inmutable, como algo que permanece y que puede llegar a tener más importancia que la vida misma.


Fabietto Schisa (Filippo Scotti) en Fue la Mano de Dios. Fuente: Vogue
Fabietto Schisa (Filippo Scotti) en Fue la Mano de Dios. Fuente: Vogue

Sin embargo, a pesar de esta tan frecuente persecución de lo trascendente, también hemos visto algunas en las que los personajes están atormentados por haber trascendido en demasía, que sienten que sus acciones o su condición se les queda grande y apenas son capaces de concebir la importancia de su paso por el mundo.


Oppenheimer (2023), de Christopher Nolan, es uno de los ejemplos más representativos, ya que el científico se aterra al comprender lo desmesurado que es tener el poder de la bomba atómica, y lo crucial que será para el ser humano el poseer un arma de esta envergadura. Podemos contemplar también este rechazo a la permanencia en Deadpool 2 (2018), pues el antihéroe siente un gran vacío al ser profundamente infeliz y no poder acabar con su vida. Está condenado a no perecer, a existir indefinidamente, y, por tanto, a trascender más allá de la frágil vida humana, de una manera u otra.


En definitiva, este concepto es algo que vemos continuamente en el cine que consumimos en el día a día, pues el artista se suele preguntar sobre esta cuestión e indaga sobre el impacto que puede tener su obra durante su vida y tras el ocaso de esta. La motivación por trascender debe ser algo imprescindible en lo que el artista se debe apoyar a la hora de crear, pues le ayudará a acercarse a lo sublime y lo perfecto, con tal de permanecer en el tiempo y en la memoria colectiva, con los límites que esto tiene. Sin embargo, no debe obsesionarse en esta búsqueda pues ha de reconocer que no es perfecto (pues entonces sería divino), y que está sujeto a muchos marcos que acotan y reducen su libertad de poder ir más allá, de pasar al otro plano, de permanecer para siempre, a través de sus obras.

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