“Los girasoles” de Van Gogh y el ecoterrorismo
- Jimena Leis Abril
- 19 oct 2022
- 3 Min. de lectura
Dos jóvenes de la organización Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate al famoso cuadro de Van Gogh. ¿Qué hay detrás de este acto aparentemente absurdo?
Vincent van Gogh fue un pintor postimpresionista neerlandés, único e inconfundible por sus célebres obras como La Noche Estrellada, sus peleas con Paul Gauguin y que le faltaba una oreja. Sin embargo, nunca destacó precisamente por un ferviente activismo climático. Entonces, ¿por qué dos ecologistas decidieron realizar un acto de protesta lanzando sopa de tomate a uno de sus cuadros?
Jarrón con catorce girasoles, la víctima de los acontecimientos y una de las obras más icónicas de Van Gogh, se encuentra actualmente en la National Gallery de Londres. Pertenece a una serie de siete óleos que deja entrever una ligera obsesión del artista por los girasoles (previas a esta colección, muchas de sus obras tenían ya estas flores como temática principal) y está valorada en más de ochenta millones de euros.

Este último dato fue sin duda la principal razón por la que la organización Just Stop Oil escogió dicho cuadro para su protesta. Después de lanzar el bote de sopa, una de las activistas (Phoebe Plummer, de 21 años) gritó: “¿Qué vale más, el arte o la vida?”.
El objetivo de la protesta era denunciar el aumento general del coste de vida provocado por la crisis del petróleo, que “no permite a mucha gente poder calentarse una sopa”. El grupo activista Just Stop Oil (creado en febrero de este mismo año) llevaba ya un par de semanas realizando manifestaciones y actos similares por Londres, su ciudad natal.
Mediante el uso de la resistencia civil, sus integrantes buscan que el Gobierno inglés se comprometa a detener la producción y las licencias de nuevos combustibles fósiles. Si bien es cierto que sus reivindicaciones resultan bastante coherentes hoy en día, sus agresivos métodos de protesta han generado una considerable controversia a su alrededor.

El problema es que esto es precisamente lo que busca la organización: la polémica, para ellos, es sinónimo de atención mediática. Otra de las razones explicativas no sólo de la elección del cuadro, sino de todos sus actos vandálicos en general, son los minutos de televisión que pueden proporcionarles.
Desde una perspectiva tanto artística como cívica, resulta un comportamiento bastante egoísta, disruptivo e incluso grosero. En cambio, si nos alejamos de los márgenes de lo moralmente correcto y, sin tratar de justificarlos ni buscar su perdón, nos paramos a escuchar lo que tienen que decir… Se aprecia una lógica muy meditada detrás del vandalismo.
¿Podemos decir entonces que las acciones llevadas a cabo por el grupo Just Stop Oil entran dentro de la categoría “ecoterrorismo”?
El término “ecoterrorismo” recuerda más bien a los mediáticos ataques de Unabomber en Estados Unidos (aquellos envíos de paquetes bomba contra investigadores universitarios entre 1978 y 1995) o incluso a la campaña de ETA en España para paralizar las obras de la central nuclear de Lemóniz. Sin embargo, la destrucción de la propiedad en apoyo a causas ecologistas, medioambientales o de derechos de los animales es actualmente caracterizada también como “ecoterrorismo”, y no como vandalismo (a pesar de que esto ha generado un controvertido debate).

Ahora bien, hay que reconocer que la misma razón de ser de las organizaciones como Just Stop Oil (es decir, los problemas medioambientales) está siendo ignorada. La inacción de los poderes públicos frente al cambio climático o las polémicas declaraciones de personas como Donald Trump desacreditan (e incluso ridiculizan) los esfuerzos de la gente que sí es consciente de la inminente amenaza que supone para nuestra supervivencia. Esto puede llegar a hacer ligeramente comprensible por qué estas organizaciones creen necesario llegar a tales extremos para hacerse oír.
Este año, la subida de los precios del petróleo ha sobrepasado parámetros alarmantes, provocando una pérdida significativa del impulso económico (bastante debilitado ya tras la profunda recesión del COVID-19) y una crisis, tanto financiera como medioambiental, que deja cada día a más personas en situaciones muy precarias.
Gracias a Just Stop Oil, Londres ha vuelto la cabeza hacia sus demandas y el medioambiente ha vuelto a las portadas. Al final, los medios escogidos para llevar a cabo las protestas podrán considerarse más o menos acertados, pero ¿qué pasaría si no existieran estos grupos y todos pasáramos ampliamente de los problemas medioambientales, el cambio climático y el futuro de nuestro planeta? Si no actuaran ellos, ¿quién?
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