Los regalos que regresan por Navidad
- Uxía Blanco Pérez
- 22 dic 2022
- 3 Min. de lectura
Cada año millones de personas compran regalos para sus seres queridos, lo que supone un gran impacto económico y medioambiental. ¿La solución?: la economía circular
Diciembre es, al menos en el mundo occidental, sinónimo de la Navidad, época en la que las iluminadas calles animan a los viandantes a salir en busca del regalo perfecto… o al menos, esa era la idea hasta estos últimos años. Ahora parece ser más importante el número de regalos que has recibido que la calidad o utilidad que les puedas dar. Por poner un ejemplo, de nada serviría regalarle un libro sobre jardinería a alguien que no le gustan las plantas. Quién lo comprara pensaría que era el regalo perfecto porque no estaba pensando en los gustos de la otra persona, sino en lo que le gustaría recibir a él: no hay que olvidar que al que le debe gustar es al otro. Por eso, conocer los gustos de quien va dirigido el detalle es un requisito fundamental.
Sin embargo, en muchos casos, y en parte por la presión social, te ves obligado a hacer un regalo a conocidos, como compañeros de trabajo, de los que ignoras gran parte de su vida personal o sus aficiones. Como se dijo anteriormente, la clave para un buen detalle es saber los intereses del otro y, para averiguarlos, la opción más rápida y eficaz es muy simple: preguntándole sutilmente. Así, se evitará malgastar el dinero en las típicas compras impersonales de última hora y el tiempo en ir a devolverlos. ¿Le dará uso?, ¿tiene algo parecido?, ¿hay alguna opción mejor?, son las preguntas que se deben hacer si se quiere acertar de pleno.
Otra alternativa, más arriesgada, es hacer un Amigo invisible con las personas que más confianza tengas (para evitar caer, una vez más, en regalos genéricos) y con un presupuesto fijo, lo que reduciría la media de 634€ que, según Deloitte, se gastará cada español en 2022 en compras relacionadas con esta festividad. Esta tendencia, que va en aumento, responde a la idea de consumismo fomentado por el capitalismo. Pero ¿qué pasaría si la actual economía lineal se substituyera por una circular?
Por un lado, la economía lineal, implantada desde la Revolución Industrial se basa en la extracción de materias primas y creación de bienes materiales con precios muy competitivos (lo que implica, en algunos casos, calidades deficientes) que se tiran y se cambian por otros cuando estos quedan obsoletos. Esta es la práctica de la actual sociedad, una sociedad de “usar y tirar”. Por otro lado, en el modelo de economía circular los productos y sus componentes se reutilizan, reparan y reciclan todas las veces que sea posible. Así, cuando un electrodoméstico deja de funcionar, sus tornillos, por ejemplo, se recogen para que sean colocados en un nuevo modelo.
Con esta premisa, la Comisión Europea, quiere aprobar, para el año 2050, un Plan de Economía Circular. Pero como paso previo se han dado a conocer, en noviembre de este año, una serie de medidas que fomentan un diseño ecológico de envases, así como su reutilización y reciclaje. La eliminación gradual de los micro plásticos y del desperdicio de alimentos o la correcta gestión de residuos electrónicos y baterías son solo algunos de los objetivos que también se quieren lograr.

Estas prácticas no son solo beneficiosas para el medioambiente, ya que reducen significativamente la emisión de gases de efecto invernadero y ayudan a solucionar la escasez de materias primas; sino que también son ventajosas para los bolsillos. Quizás, quién sabe, el regalo perfecto está lleno de polvo en la estantería del salón o en una caja olvidado en el trastero; quizás, el regalo perfecto, no sea el último smartphone del mercado, sino un libro dedicado, un juguete heredado o una joya familiar: a veces una simple piedra que te recuerde a alguien, tiene más significado que el regalo más caro.
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