Qué esperar de la nueva peli de Scorsese
- Álvaro Cruz Soleto
- 31 oct 2023
- 3 Min. de lectura
El director italoamericano demuestra que nos puede seguir sorprendiendo
¿En qué piensa la gente cuando se dice “Martin Scorsese”? Seguramente en pelis de gánsteres o de crímenes; en violencia, música de los 60 y 70, cámaras que se mueven rápido y narraciones en voz en off; en Robert De Niro y Leonardo DiCaprio también, lo más seguro, y por último, en críticas a la masculinidad y a la sociedad americana, aunque esto pueda pasarle por alto a mucha gente. ¿Tiene Killers of the Flower Moon (2023) todas esas cosas? Sí, pero aquí lo importante no es tanto el qué, sino el cómo.

Los asesinos de la luna (título en España) es una historia real contada principalmente desde la perspectiva de Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), un joven veterano de la Primera Guerra Mundial que vuelve a Oklahoma para trabajar bajo el mando de su tío, William King Hale (Robert De Niro). Allí vive una nación de nativos americanos que se han hecho ricos gracias al petróleo, los Osage, quienes se relacionan cada vez más con los americanos blancos a través de matrimonios y relaciones comerciales. William Hale es especialmente amigable con ellos, pero en secreto se encarga de matarlos uno a uno para conseguir sus riquezas. Mientras tanto, Ernest conoce a Mollie Kyle (Lily Gladstone), una de las Osage más ricas, con quien comienza una relación amorosa. Esto, sin embargo, no evita que Ernest se involucre en los asesinatos, los cuales acaban llamando la atención del FBI.
Como se ha dicho antes, tiene todos los elementos de una obra de Scorsese, y la película es un nuevo capítulo en la trama favorita del director: un joven, más o menos ingenuo, se adentra en el mundo del crimen y es absorbido por él y por la vida que le ofrece. Más tarde, afronta las consecuencias de haber sido parte de este mundo, pero nunca aprende del todo su lección. Es Goodfellas (1990), El lobo de Wall Street (2013) y El irlandés (2019), entre otras. Este hombre suele ser una metáfora para América, y Ernest no es excepción. Scorsese nos muestra cómo la América blanca se ha aprovechado de los nativos y cómo se sigue beneficiando de esos crímenes; cómo la codicia de los hombres puede disfrazar a la violencia de amor.
Sin embargo, al contrario que las otras películas mencionadas, Los asesinos de la luna carece de todo tipo de encanto, en el buen sentido. El lobo de Wall Street seguramente sea el ejemplo más claro de hacer parecer un estilo de vida peligroso muy tentador, y en Goodfellas la violencia es entretenida, estilizada. Los asesinos podría haber sido igual (la historia daba pie a ello), pero lo que realmente marca la diferencia es el lenguaje cinematográfico de la cinta: es sobrio. Hay algunos momentos muy Scorsese, con sus paneos y movimientos rápidos, pero la mayoría del tiempo la cámara no te deja disfrutar de lo que estás viendo. La violencia casi siempre ocurre en un plano general y sin música, y después del disparo, hay silencio. Un silencio que te permite reflexionar sobre lo que estás viendo, que no pretende manipular tus emociones a través de técnicas más convencionales.

Lo que os vais a encontrar en la sala de cine, por tanto, es una película que no está interesada en hacer que te lo pases bien. A esto se le suma la duración, unas monumentales tres horas y media. El ritmo es impecable, por lo que no se hacen aburridas, pero lo que el director quiere es sentarte en tu butaca y que te enfrentes al horror. Un horror que no quiere resumir: los crímenes de un pueblo que resultaron en la masacre de otro. Es un ejercicio de mirada histórica, de revisión histórica, y eso no es siempre agradable. La película no es para todo el mundo, incluso para anteriores seguidores de Scorsese, porque, aunque en la superficie parezca ser lo mismo de siempre, en su corazón se halla un cine con unas preocupaciones y unas técnicas muy distintas. Martin Scorsese demuestra que a sus ochenta años puede evolucionar y sorprendernos con una nueva obra maestra.
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