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El ajedrez de los nazis

Si bien el ajedrez se presenta como un juego de estrategia con numerosas ficciones, también se le conceptualiza como una forma de abstracción y evasión de la realidad. Stefan Zweig en Novela de ajedrez (1942) relata la historia de un hombre austriaco encarcelado por la Gestapo en una habitación durante meses sin ningún tipo de entretenimiento, pues ese el punto de su tortura: rodearlo con la nada, transportalo a la más alta desesperación y provocar así que revele la información. Pero a los meses el hombre consigue robar una novela de ajedrez, comienza a practicar mentalmente las jugadas que se muestran una y otra vez hasta que desaparece la novedad y tiene que inventarse sus propias partidas y enfrentarse contra sí mismo hasta llegar a un estado de máxima paranoia. Así pues, Zweig ya trazaba poco antes de suicidarse una relación entre el nazismo y el ajedrez en plena expansión del nacionalsocialismo.

Otra ficción que los une es el film El jugador de ajedrez (2017). En él, Diego Padilla huye del régimen franquista para encontrarse con el gobierno de Vichy, el régimen francés colaboracionista con los nazis. Allí lo detienen y, aunque en un inicio se burlan de él por denominarse a sí mismo un jugador de ajedrez, pronto el oficial al mando demandará competir contra él, dotándolo de ciertos privilegios, si pueden catalogarse de ese modo.

Cartel de El jugador de ajedrez. Fuente: Premios Goya
Cartel de El jugador de ajedrez. Fuente: Premios Goya

Asimismo, la conexión entre el juego y los nazis va más allá de estas historias. Como en todos los ámbitos, expulsaron a los judíos de las asociaciones y torneos de ajedrez. Cerraron los clubes judíos y obligaron a los de los arios a acatar la ideología nazi. De esta manera, el ajedrez también se vio afectado por el Gleichschaltung, es decir, el «proceso de nazificación diseñado para convertir Alemania en un estado con un solo partido bajo el dominio de Hitler».

El ajedrecista Alekhine defendió la existencia de una diferencia entre los arios y los judíos en varios artículos antisemitas. Según él, la estrategia de los primeros se basaba en el ataque, en buscar una victoria,  mientras que la de los segundos lo hacía en la defensa, adelantándose a movimientos de ataque cuando estos no se habían producido aún. Al final, no era más que una forma absurda de justificar una supuesta superioridad aria. Alekhine, tras la segunda guerra mundial, trató de negar su relación con estas afirmaciones, pero su nombre ya estaba unido a ellas, ya fuera por ser realmente un antisemita o por las presiones a las que los nazis lo sometieron para utilizarle como propaganda para difundir sus ideas a las que él cedió por tal de poder continuar jugando o por asegurarse de la seguridad de su esposa, quien tenía ascendencia judía.

De cualquier forma, el ajedrez fue utilizado por los partidarios de Hitler como una herramienta propagandística, desde carteles electorales donde se ilustraba en blanco, negro y rojo un tablero con la esvástica hasta la consideración del ajedrez como un deporte de lucha nacional y afirmaciones como la siguiente: «Jugar al ajedrez significa una lucha hasta la derrota del adversario, en ello no hay ningún compromiso, solo victoria o hundimiento. El ajedrez se dirige de acuerdo con el principio del Führer, todo es según las consignas del Führer».

Propaganda nazi con un tablero de ajedrez de protagonista emitida en un cartel para la campaña electoral en 1931. Fuente: TablaDeFlandes
Propaganda nazi con un tablero de ajedrez de protagonista emitida en un cartel para la campaña electoral en 1931. Fuente: TablaDeFlandes

Crearon una variante denominada ajedrez militar o Tak-Tik, puesto que creían que la tradicional era demasiado abstracta y no educaba en la guerra. Esta versión se jugaba en un tablero de once por once casillas, en vez de ocho por ocho, y contenía alguna marca que indicaba el terreno o los lagos y ríos. Además, para las piezas utilizaban figuras de soldados, tanques o aviones, que tenían que atacar a una pieza central y eliminarla. Así se conseguía visualizar con mayor facilidad el campo de batalla y permitía entrenar mejor la estrategia bélica.

El ajedrez militar. Fuente: TablaDeFlandes
El ajedrez militar. Fuente: TablaDeFlandes

Por otra parte, mientras que jugadores como Alekhine ejercían la violencia hacia sus compañeros judíos, muchos de estos, como Spielmann o Kornél Havasi, se vieron obligados a huir, perseguidos por el régimen. Spielmann, considerado como «el último romántico del ajedrez», fue un genio que ganó decenas de competiciones y que contribuyó considerablemente a la teoría de las aperturas. Sin embargo, se vio forzado a huir por la expansión nazi a Praga, Países Bajos y, finalmente, Estocolmo, donde murió en la pobreza. Y Kornél Havasi, llamado como «el caballero blanco» por algunos miembros de su equipo, puesto que solían dejarle jugar con las blancas, fue prisionero en un campo de concentración, donde acabaron asesinándolo.

 

Cabe señalar que las víctimas de los campos de concentración fabricaban infinitos tableros de ajedrez, muchos de ellos tallados artesanalmente con el material que tuvieran a su alcance, pues el juego les aliviaba de la realidad en la que vivían. Por ejemplo, en 1944, Elhanan Ejbuszyc, un tallador de miniaturas, fue encerrado en Auschwitz, donde uno de los oficiales solía pegar a los prisioneros con un garrote. Allí le pidió al oficial, al que le gustaba el ajedrez, fabricar las piezas del juego para él utilizando su garrote, pues era el material idóneo para tallar y así conseguía un breve respiro en el que dejaban de castigarlos con este. Sorprendentemente, el oficial aceptó, aunque solo le concedió un plazo de cuatro días para llevar a cabo esta actividad. Pero antes de este plazo fue trasladado a un campo de trabajo en Goerlitz. No obstante, consiguió trasladar tanto las piezas como lo que quedaba del garrote y la navaja que le habían facilitado para realizar la labor a la nueva ubicación, donde estuvo encerrado hasta la derrota alemana.

El tablero y las piezas talladas por Elhanan Ejbuszyc. Fuente: Yad Vashem
El tablero y las piezas talladas por Elhanan Ejbuszyc. Fuente: Yad Vashem

Así pues, aunque el ajedrez fuese empleado por el régimen nazi para imponer su ideología fascista y antisemita, lográndolo por un lapso en el tiempo, también fue usado como una forma de resistencia contra ellos. Y, a día de hoy, lejos quedan sus ideas del tablero de juego.

 

 


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