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El ‘sueño americano’, entre la ilusión y la realidad

Una promesa de prosperidad en una sociedad fracturada


En los últimos meses, la actualidad ha estado marcada por decenas de noticias, impactantes y difícilmente predecibles, relacionadas con el actual segundo mandato de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América. Entre sus políticas más controvertidas, destaca un desmantelamiento apresurado del Estado en favor del mercado, con Elon Musk como representante de esta doctrina. En este contexto, resulta interesante volver la mirada hacia uno de los grandes símbolos de la cultura estadounidense: el ‘sueño americano’: La idea de que cualquier persona, sin importar su origen, puede alcanzar el éxito con esfuerzo y determinación. Sin embargo, detrás de este relato de movilidad social y prosperidad individual, se esconde una historia mucho más compleja, marcada por la exclusión, la desigualdad y la instrumentalización ideológica del mito.


Desde los primeros colonos que buscaban un nuevo comienzo hasta la expansión territorial que llevó a Estados Unidos a consolidarse como potencia mundial, la idea de que cualquier persona podía alcanzar el éxito con esfuerzo ha marcado la identidad del país. A partir de su descubrimiento, América ha sido percibida como la tierra de las oportunidades; mientras las naciones buscaban expandir sus mercados y explotar sus recursos, muchos europeos vieron en el nuevo continente una vía para su realización personal.


Foto de Donald Trump y Elon Musk en el Despacho Oval. Fuente: Onda Cero
Foto de Donald Trump y Elon Musk en el Despacho Oval. Fuente: Onda Cero

La mentalidad de los colonos acabó sentando las bases de lo que siglos después se conocería como el ‘sueño americano’. Sin embargo, a medida que la historia ha avanzado, esta promesa se ha visto cuestionada. Crisis económicas, grandes desigualdades y cambios estructurales han hecho que lo que antes parecía un horizonte alcanzable hoy sea, para muchos, una mentira. Desde sus inicios, este relato optimista convivió con una realidad mucho más oscura: no todos tenían acceso a este sueño. Los pueblos indígenas fueron desplazados y exterminados, y las clases más bajas vivieron bajo condiciones de extrema precariedad.


Ya en el siglo XVIII, esta mentalidad alimentó la sed de los estadounidenses por encontrar nuevas fronteras. La anexión de Texas en 1845 y la posterior guerra con México culminaron con la cesión de territorios como California y Arizona. El fin de la frontera física supuso también, simbólicamente, el fin del sueño. Estados Unidos debía mirar hacia adentro, enfrentarse a sí mismo. La frontera pasó de ser un límite geográfico a una metáfora de los desafíos internos: industrialización, capitalismo, desigualdad.


Con el auge económico de los años veinte, el ‘sueño americano’ alcanzó uno de sus puntos más altos. La industrialización en su apogeo y el auge del crédito reforzaron la idea del sueño americano como nunca antes, pero la Gran Depresión demostró la fragilidad del sistema: lo que parecía una promesa universal se desmoronó en cuestión de días. Todos estos factores nos conducen a la sociedad estadounidense actual y a la cuestión de si el ‘sueño americano’ sigue vivo. En la historia de Estados Unidos siempre se ha producido un enfrentamiento entre la presión desde abajo para conseguir más libertad y democracia, y los esfuerzos de la élite para controlar y dominar: un conflicto que se remonta al origen del país.



Persona privada cuya única posesión es el sueño americano. Fuente: Impacto Latino
Persona privada cuya única posesión es el sueño americano. Fuente: Impacto Latino

En la actualidad, de acuerdo con datos oficiales, Estados Unidos es el país con la mayor población carcelaria del mundo, el mayor número de armas per cápita y el ejército más grande. Además, registra la tasa de pobreza juvenil más alta entre los países de la OCDE y la mayor deuda pública a nivel mundial. También encabeza la lista en número de fallecidos por consumo de drogas y presenta una de las tasas de analfabetismo más elevadas entre las naciones desarrolladas. A esto se suma una creciente desigualdad económica, situándose entre los países con mayores brechas sociales.


El ‘sueño americano’ ha sido históricamente parte del imaginario estadounidense, pero no se ha podido plasmar en la práctica. En lugar de un acceso equitativo a la prosperidad, la realidad actual revela un sistema donde el sueño se ha vuelto cada vez más inaccesible para muchos, mientras una élite crece en poder y riqueza.


Este ideal se muestra más intenso en los momentos de bonanza económica y en los de expansión, pero nunca ha llegado a generalizarse para toda la población. Los momentos de crisis, en cambio, han acabado de destapar las debilidades de este pensamiento, siendo su máxima expresión la inmensa desigualdad social del país. En definitiva, el ‘sueño americano’, si alguna vez ha existido, pareciera que ya no es una realidad.

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