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GEN Z 212: la voz marroquí en la generación del cambio

A partir del 27 de septiembre de este año (2025), en diferentes cuidades de Marruecos se han iniciado manifestaciones lideradas por un movimiento juvenil llamado “Gen Z 212”. El mismo, organizado mediante las redes sociales, tiene como objetivo la protesta contra las decisiones políticas que está tomando el gobierno de turno

El suceso que detonó las manifestaciones es impactante: en tan solo un mes, en el hospital Hassan II de Agadir, 8 mujeres ingresaron a dar a luz en un estado completamente normal de salud, y terminaron perdiendo la vida.

Este no es un hecho aislado, es la consecuencia del pobre estado de los servicios públicos del país: la mayor parte del personal sanitario cualificado se encuentra en las grandes ciudades y en los hospitales privados, dejando al sector público y a las áreas rurales en un estado de desamparo. Además, con respecto a la educación, la estructura es deficiente, hay una gran falta de personal docente y altas tasas de abandono escolar. Las personas que sí logran finalizar una educación superior, no consiguen trabajos por la reducida oferta laboral.

El problema se agrava aún más por el hecho de que, simultáneamente a lo mencionado, el gobierno dirigió un total de 5.000 millones de dirhams marroquíes (es decir, unos 467.500.000 de euros) a la construcción del nuevo Gran Estadio Hassan II, preparado para albergar unos 115.000 espectadores en la Copa Africana de Naciones y el mundial de fútbol de 2030.

Esto no pasó desapercibido ante los jóvenes: al ser testigos de estos sucesos, sumados a los casos de corrupción y falta de transparencia por parte del gobierno, decidieron no quedarse con los brazos cruzados y salir a manifestarse. Tomando como inspiración las protestas en países como Nepal y Madagascar, el ya mencionado movimiento “Gen Z 212” (número que corresponde al código telefónico internacional marroquí) se organizó mediante plataformas como Discord o Tik Tok, y se dedica a salir a las calles a reclamar por un cambio.

Dichas protestas tomaron lugar en múltiples ciudades, incluyendo Rabat (la capital), Casablanca, Tangier, Salé, y por supuesto Agadir, la ciudad donde tomó lugar el fallecimiento de las 8 mujeres. Como es dolorosamente usual, las mismas fueron recibidas por grandes represiones policiales: cientos de personas fueron arrestadas y al menos 15 actualmente enfrentan condenas de prisión de entre 3 y 15 años. Los números exactos tienden a variar, ya que la libertad y transparencia de la prensa en Marruecos son extremadamente restringidas. Organismos como Reporteros Sin Fronteras (RSF) denuncian que la cobertura por parte de los medios suele estar influenciada por líneas oficiales o censurada, y el acceso a la información permanece obstaculizado.

Manifestante siendo detenido en Marruecos. Fuente: Alnas12
Manifestante siendo detenido en Marruecos. Fuente: Alnas 12

A raíz de este movimiento, este pasado 10 de octubre el Rey de Marruecos, Mohammed VI, se pronunció en un discurso ante el Parlamento, instando al gobierno a tomar acción de forma más rápida y eficaz para atender las problemáticas planteadas por dicho sector de la población. Esto, sumado a las ya mencionadas represalias por parte de las fuerzas de seguridad, provocaron un bajón en el ritmo de las manifestaciones, con el objetivo de tomarse un tiempo para reorganizarse. Sin embargo, tras unos días, Gen Z 212 salió a las calles con una fuerza renovada por un nuevo objetivo: la liberación de los jóvenes en prisión preventiva y de los ya condenados, al grito de "Encarcelados, serenidad, seguimos luchando".

Gracias al movimiento de los activistas jóvenes, el pasado 19 de octubre se emitió un comunicado de la Casa Real en el que se anunció que el Gobierno de Marruecos implementará un incremento de hasta 140.000 millones de dirhams (cerca de 13.000 millones de euros) en los presupuestos de 2026 destinados a la sanidad y a la educación públicas, un 16% más que este año. En dichos sectores, a su vez, se crearán 27.000 nuevos empleos.

Esta cadena de sucesos es una prueba de que ser joven no significa ser impotente ante las injusticias, de que a las nuevas generaciones les interesa cambiar el mundo en el que viven y aprovechar su vitalidad para organizarse por una misma causa y demandar nuevas políticas, mejores y más justas, por el bien de la ciudadanía. Esta generación de activistas continúa su lucha por un país con mejores oportunidades. Por un país donde el gobierno tenga prioridades claras y decida invertir en la calidad de vida de sus ciudadanos. Es un ejemplo de superación, valentía y determinación para crear un mundo en el que valga la pena crecer.

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