29, 30 y 31 de octubre: el minuto a minuto de una tragedia mal anunciada
- Laura Velasco

- hace 4 días
- 5 Min. de lectura
¿Cuáles son las consecuencias de la mala gestión gubernamental (tanto central como autonómica) que se llevó a cabo a raíz de este temporal, así como las fracturas políticas que alteraron el seno de la Generalitat y el impacto de todo un año después?
“Espero que cuando baje un poco el ruido la sociedad pueda distinguir entre un hombre que se ha equivocado y una mala persona.”
Así se despedía de su cargo Carlos Mazón el pasado lunes 3 de noviembre. Tras un año desde la catástrofe meteorológica de la DANA el expresidente de la Generalitat renunció a lo que fue un gobierno estable de más de dos años de duración que se vio derrotado por una catástrofe inesperada y una gestión negligente de esta.
El 29 de octubre de 2024 la Comunitat Valenciana se vio azotada por un episodio de lluvias extremas que dejó a su paso más de 200 fallecidos y cientos de miles de víctimas materiales, psicológicas e institucionales. Más allá de la tragedia humana que este acontecimiento supuso, la DANA evidenció la inestabilidad de un gobierno autonómico que, aparentemente sólido, se vio arrasado por la catástrofe.

29 de octubre:
La madrugada del martes comenzó con lluvias torrenciales que llevaron a la AEMET a emitir la alerta naranja en la provincia de Valencia, aconsejando la limitación de los desplazamientos. Tan solo un par de horas después, el aviso se elevó a nivel rojo, definiendo la situación como “de riesgo extremo” con lluvias que en aquel momento superaban los 200 milímetros por hora.
A lo largo de la mañana, los teléfonos de emergencia no dejaban de sonar. Cientos de llamadas desde lugares como L’Alcúdia, Paiporta o Alzira empezaban a llegar debido a las inundaciones que estaban teniendo lugar tan solo a las 9.00 de la mañana. A las 12.00 del mediodía barrancos y ríos comenzaron a desbordarse.
A las 14.00, la Generalitat activa el Plan Esencial frente al Riesgo de Inundaciones, aunque tan solo de manera parcial. Pasada la tarde tuvo lugar uno de los desastres más devastadores de la catástrofe: el desbordamiento del barranco del Poyo. En cuestión de minutos, el agua arrasó coches, viviendas y carreteras, haciendo que cientos de personas tuvieran que refugiarse en lugares aislados como tejados o plantas altas a la espera de ser rescatadas. La electricidad comenzó a fallar, haciendo que muchas personas quedaran incomunicadas.
A las 20.00 la alerta vía móvil fue emitida por la Generalitat cuando los servicios de emergencia ya estaban desbordados. En ese momento, se confirmó la existencia de víctimas mortales y decenas de desaparecidos.
30 de octubre:
La madrugada del miércoles se presentó mucho más dramática. Mientras las precipitaciones continuaban sin cesar los servicios de emergencia trataban de rescatar a las personas atrapadas. Muchos hospitales de la provincia de Valencia estaban saturados y se tuvieron que improvisar áreas de emergencia para atender a todos los afectados.
A mediodía se confirmó que se habían superado los 400 milímetros acumulados, una cifra histórica, llevando al gobierno central a activar el plan de emergencia nacional. La Unidad Militar de Emergencia (UME) se desplegó para ayudar a todos los territorios afectados y colaborar con los rescates. A medida que el día avanzaba fueron apareciendo más víctimas mortales y desplazados. A pesar de esto, las precipitaciones iban descendiendo poco a poco.
31 de octubre:
El jueves se presentó con cielos mucho más despejados. La DANA comenzó a desplazarse hacia el norte, dando tregua a la provincia de Valencia. Con el volumen de agua descendiendo por momentos comenzó la búsqueda de desaparecidos y la evaluación de daños. Se estimaron las pérdidas materiales en unos 17.000 millones de euros: hogares, infraestructuras, vehículos o negocios fueron totalmente arrasados por el temporal. Para hacer frente a las pérdidas materiales se levantaron albergues temporales para cobijar a todas las víctimas. Finalmente, a las 20.00 se llevó a cabo un balance final de los daños: 229 fallecidos, 2.600 heridos y 300.000 afectados.

“El 29 de octubre nunca caerá en el olvido. Aquel día y los que siguieron permanecerán siempre grabados en nuestra memoria colectiva.”
¿Dónde está la ayuda?
Uno de los aspectos más controvertidos de toda esta sucesión de acontecimientos fue la ausencia de Mazón durante las primeras horas de la catástrofe. El jefe del Consell desapareció durante cinco horas críticas para la gestión de las ayudas en situaciones de emergencia, llevando a retrasar la emisión de la alerta, que fue lanzada cuando una gran parte de los daños ya habían sido producidos. Esto llevó al pueblo valenciano a expresar su indignación, criticando la falta de coordinación entre administraciones y convirtiendo la DANA en un símbolo de negligencia gubernamental.
A esta ausencia de Mazón se suman otros fallos estructurales en la gestión del gobierno. El primero de ellos fue en las alertas y avisos de emergencia. La AEMET emitió una previsión meteorológica muy afín a la realidad aunque esta llegó tarde a los dispositivos de los valencianos. Esto hizo que las alertas no se activaran con rapidez, provocando que los ciudadanos de los lugares afectados no cumplieran las medidas de seguridad necesarias ya que eran totalmente desconocidas para ellos, al igual que la gravedad de la situación.
Por otra parte, la mala gestión llevada a cabo por las instituciones, tanto del gobierno central como del autonómico y provincial resultó decisiva a la hora de agravar las consecuencias de la DANA. La falta de comunicación entre instituciones llevó a cabo cruces erróneos de información, desembocando en retrasos en la toma de decisiones y el envío de ayuda.
Otro de los errores más relevantes en la previsión de la catástrofe fue la falta de medidas y protocolos para hacer frente a la gota fría. Los planes de emergencia diseñados por el gobierno no estaban lo suficientemente desarrollados como para abordar una crisis de esta magnitud, por lo que los sistemas e infraestructuras de desagüe fueron insuficientes llevando a una movilización lenta de los recursos ya que jamás se esperó que algo tan habitual en estos territorios como es la gota fría pudiera llegar a tener consecuencias tan graves.
Por último, el error decisivo en la gestión fue, sin duda alguna, la falta de liderazgo y transparencia. Carlos Mazón fue criticado por no estar presente durante las horas críticas. Su intención de desviar la culpa hacia otros organismos como la AEMET consiguió deshumanizar por completo la figura del dirigente del Consell. Por otro lado, las decisiones de Pedro Sánchez en relación al tiempo que tardó en reaccionar a la hora de enviar ayuda y coordinar los servicios de emergencia le llevaron a ser acusado de falta de responsabilidad gubernamental.
“Las heridas materiales se están curando, pero las mayores secuelas son emocionales.”
Un año después, la DANA no solo ha devastado pueblos, ha dejado personas sin hogar, a empresarios sin sus negocios y lo más importante, a familiares sin sus seres queridos. El silencio de Mazón y la negligencia de Sánchez no solo fueron errores humanos si no la muestra de la grieta que posee el gobierno. Un gobierno que se deja llevar por las apariencias, un gobierno que no prioriza el bienestar de sus ciudadanos y un gobierno que no actúa.
Mientras las infraestructuras se reconstruyen, las cicatrices de esta tragedia permanecen y mientras los responsables siguen buscando excusas tras 378 días de lo sucedido los valencianos siguen esperando algo que nunca llegó: decisión, liderazgo y responsabilidad.




Comentarios