Contra los prejuicios del cine español
- Marina Molina Sánchez

- 16 oct
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 oct
Son muchos los adjetivos que han descrito al cine español desde una perspectiva negativa. En la escena contemporánea, el consumo de películas procedentes del extranjero ha aumentado, dejando al cine español relegado a un segundo plano, también ganado debido a los prejuicios. Las etiquetas han encasillado al cine español y se ha convertido en una especie de mito nacional cuya evolución se pone en duda en muchas ocasiones por el público. Lo cierto es que, más allá de las historias y las decisiones de la industria, el panorama cinematográfico español cuenta con figuras y proyecciones que presentan una visión diferente y que desmiente los tópicos que se le han atribuido.

Donde están las raíces
El cine español nació a finales del siglo XIX con su primera producción cinematográfica Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza, por Eduardo Jimeno Correas. Su desarrollo permitió durante la Segunda República su uso como propaganda de los movimientos sociales y políticos y, durante la Guerra Civil española, se empleó también con el objetivo de remarcar la identidad de la nación. La censura, en cambio, se utilizó como herramienta para ajustar el contenido a los valores patrióticos, por lo que los géneros predominantes eran el drama rural, el cine histórico y las comedias y musicales folclóricos, que ayudaron a consolidar la imagen “ideal” de España.

Con la muerte de Franco, la apertura al exterior permitió el contacto con el panorama cinematográfico extranjero. A partir de los años 50, el cine español empezó a jugar con la crítica social y la ironía con el objetivo de sortear la censura y mostrar la situación del país desde un punto de vista más ácido. Se aprecia, por ejemplo, en Bienvenido, Mister Marshall. Durante la Transición, el cine español se internacionalizó con figuras como Pedro Almodóvar, surgiendo así nuevos géneros, directores e historias. Las propuestas eran diferentes y la imagen de España se adapta a los objetivos de las producciones. Pero, desde el inicio, la comedia fue el género que fue sembrado en España y su herencia perdura hasta la actualidad. Reconocemos títulos como Torrente (1998-2004), El Oro de Moscú (2003) y Ocho apellidos vascos (2014).
¿Pero en qué momento se etiqueta al cine español como un cine “mediocre”? Pues esta percepción se ha consolidado por diferentes factores.
Donde ponemos el ojo
La percepción extendida de que el cine español es “malo” o “pobre” es una idea que responde a prejuicios. La concepción negativa se ha alimentado, en parte, de la proliferación de ciertas “comedias pobres” que, por su carácter comercial y el uso de tramas estereotipadas y recicladas, han dado lugar a una clasificación generalizada y muy injusta. El problema no radica en el género ni en el estilo, sino en una imagen que tiende a englobar bajo esta etiqueta despectiva a todos los productos del panorama nacional, ignorando por completo la diversidad y la riqueza de las historias que se cuentan. Por otro lado, también se han explorado géneros como el thriller, el terror o el drama social, que han ganado espacio de la mano de autores como Alejandro Amenábar o J. A. Bayona. Películas como Los otros (2001) demostraron una narrativa y técnica impecable que desmentía la concepción de un cine limitado y que presentaba una identidad local con el objetivo de una proyección internacional.
El sociólogo y crítico Santos Zunzunegui determinó que esta visión responde a una memoria colectiva, que está marcada por el predominio de los rasgos citados, y a una colonización cultural, por lo que el espectador español se ha acostumbrado a asociar el entretenimiento con Hollywood, mientras reduce a tópicos el cine autóctono.

La participación de los medios de comunicación resulta esencial además, pues a menudo contribuyen a difundir ideas simplistas y etiquetas generalizadoras. Si bien es cierto que en algunas ocasiones la propia industria se ha visto en la necesidad de apostar por ideas repetidas y de fácil consumo, eso no determina la imagen del cine español.
Donde se combate la visión
Contra ello, el cine español se ha nutrido de directores reconocidos a nivel internacional que han desmontado, o al menos presentado una distinta, la perspectiva que envolvía al cine español. Nombres como Pedro Almodóvar, Juan Antonio Bayona, Isabel Coixet, Carla Simón… han mostrado a la industria que hay historias que están a la altura de Hollywood. Y no es necesario rebuscar entre los grandes de nuestros país para derrocar los prejuicios. Cannes acogió El agua (2022), de Elena Lípez Riera; en Karlovy Vary se premió La piedad (2022), de Eduardo Casanova; en San Sebastián As Bestas (2022) y La Maternal (2022), de Pilar Palomero…

Superar esta concepción requiere un cambio de mentalidad en el público. Es fundamental visibilizar obras que rompen con clichés y fomentar una crítica constructiva, matizada y que se corresponda con una comparación justificada. No se está juzgando el cine español, se está generalizando y eso es lo que construye un mito. La única forma de apreciar la riqueza que ofrece el panorama cinematográfico español es dándole una oportunidad y rechazando los prejuicios que creamos.




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