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Cánones y estándares de guerra

¿Por qué la solidaridad se otorga sólo en algunas guerras?


Bien es cierto que, como pueblo, nos encanta aparentar que formamos parte de una participación política; y sí, a veces el boca a boca es capaz de impulsar grandes causas sociopolíticas. No obstante, las instituciones ayudan a la ciudadanía a poner rumbo para cegar aquellos movimientos que no les favorece.


Observamos que, a día de hoy, hay dos guerras en las que todos pueden ser protagonistas de la revolución de “la buena causa”: Gaza y Ucrania. Mas, la guerra entre Palestina e Israel, podríamos decir que es aún más relevante. Existen dos factores que explican el por qué: en primera instancia, la causa palestina genera polarización, pues el cierto consenso de quién es el malo y quién el bueno es distinguible, la opinión mayoritaria lo afirma, no hay más que ver qué ideologías se les asocia a cada bando; en Palestina se refleja esa idea de libertad donde se debe devolver a las víctimas un territorio arrebatado. La decisión de etiquetar a un bando como agresor y al otro como mártir; o humanizar a uno y no al otro, refuerzan y perpetúan narrativas que tratan a ciertas personas como más humanas que otras. En segundo lugar podemos considerar que la gran potencia de Rusia (pese a ser quien invade a Ucrania) es un país socialista, con un presidente ex miembro de la KGB, lo que puede llegar a generar simpatía indirecta entre la gente de izquierdas (aunque, evidentemente, condenen a su dirigente).


En la otra parte del mundo, Oriente Medio sigue siendo una región sacudida por conflictos. En medios occidentales no causan tanta repercusión, pues “Europa no es un lugar como Irak o Afganistán, no son relativamente europeos o son más propensos a los enfrentamientos” según muchos periodistas. La diferencia en la cobertura en el caso de Ucrania, es que esta se encuentra en la puerta de la Unión Europea. La llamada “proximidad cultural” es también un factor, ya que los individuos suelen empatizar con sujetos de etnia, religión, opinión o cultura afines a ellos, mientras que los demás no son tan relevantes ni generan tanto dolor interno; no te sientes identificado (muchos occidentales asocian automáticamente Oriente Medio con la miseria: en los medios solo ven imágenes de polvo, pies descalzos y fanáticos. Si se divulgara más sobre las inversiones en infraestructura, los paisajes empresariales o la diversificación de su economía, quizás el interés aumentaría).


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Gritos tras el asesinato de una mujer por la policía en Puerto Príncipe, Haití — el Mundo


Cuanto más cerca se perciba un acontecimiento, mayor es la empatía del público. Así, la muerte de alguien cercano se siente más que la de alguien ajeno. Acaba formándose lo que llamamos nosotros y ellos, “el Otro” del que tanto nos hablaba Husserl o Bauman: pues bien podríamos interpretar al otro por analogía empática, reconociendo en el cuerpo ajeno una subjetividad como la mía propia y a partir de la intersubjetividad crear la objetividad del mundo o, de lo contrario, seguir las “modernidades líquidas” más acordes al pesimismo sociológico donde la responsabilidad moral se disuelve y el Otro se vuelve anónimo y fácilmente excluido.


Jihane Sfeir, historiadora del mundo árabe contemporáneo, profesora de la Universidad Libre de Bruselas, añade que la guerra en Ucrania es más fácil de comprender y comunicar para los europeos, es tan sencillo como especular que un país invade a otro. En cambio, guerras como la de Yemen tendrían una extensa historia a contar; comenzando por guerra civil hasta llegar a regional, las implicaciones de Arabia Saudita, Hezbolá y un largo etcétera. A esto debemos añadirle el hecho de que vivamos en el siglo XXI, era de la digitalización y, como no, del poco afán de informarse en profundidad: si la noticia es extensa, basta con leer el titular. Además, la atención mediática puede persistir en cobertura durante un tiempo, incluso las guerras más destacadas no suelen prevalecer más de tres o cuatro años, por lo que es probable que disminuya y queden en el olvido. Por ello, la mayoría de los conflictos en Oriente Medio se convierten en asuntos “para expertos”.


En última instancia, sería recomendable fijarnos en los tres grandes fondos de inversión de las últimas décadas, que se han convertido en accionistas de referencia en casi todos los grupos mediáticos y tecnológicos del mundo: BlackRock, Vanguard y State Street. Aunque no son entidades ideológicas, sino gestores de capital que invierten el dinero de millones de clientes institucionales, su enorme concentración de poder económico les da una influencia estructural sobre qué empresas dominan el flujo global de información. Sus políticas corporativas se centran en la estabilidad de los mercados y la sostenibilidad, más por estrategia financiera que por convicción política, sin embargo, este enfoque tiende a favorecer narrativas alineadas con intereses occidentales y con temas que mueven grandes audiencias o implican potencias económicas clave. Por eso, los dos conflictos que hemos mencionado anteriormente reciben más cobertura internacional que otras guerras olvidadas en África o Asia: no por censura directa, sino porque el ecosistema mediático global prioriza las historias que más influyen en la geopolítica y los mercados.


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Conflictos activos en el mundo — Wikipedia


Según Google News, el conflicto israelí-palestino recibe un promedio de 1.500 noticias al mes, y la guerra en Ucrania unas 1.200. Todos los demás conflictos en regiones menos desarrolladas acumulan apenas 20. Reconocer, calcular y replantear. Nunca aceptaremos la fortuna de haber tenido una infancia, un propósito o una vida. No importa. Si somos individualistas o aparentamos lo contrario, también está bien. Nadie nos ha educado así y tampoco podemos obligarnos a empatizar, mas no hace falta. Como seres humanos podemos construirnos el deber moral de buscar y saber, si bien esto tiene consecuencias existenciales internas, aceptamos el riesgo.


Por todos los conflictos en la R.D.Congo, Angola, Mozambique, Tanzania, Kenia, Uganda, Somalia, Etiopía, Sudán, República Centroafricana, Chad, Camerún, Nigeria, Níger, Benin, Togo, Costa de Marfil, Mali, Burkina Faso, Mauritania, Senegal, Sahara Occidental, Algeria, Marruecos, Túnez, Libia, Egipto, Yemen, Arabia Saudita, Libia, Palestina, Israel, Siria, Irak, Irán, Afganistán, Pakistán, India, Bangladesh, Myanmar, China, Corea del Norte, Tailandia, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Rusia, Ucrania, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras, El Salvador, Jamaica, Haití y México.

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