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El lenguaje de la mano de la cultura

El lenguaje a través de distintas culturas


Cuando hablamos de comunicación, no estamos hablando de un e-mail, de un mensaje de WhatsApp o de una llamada telefónica. Existen a lo largo y ancho del mundo una variedad infinita de idiomas que podemos escuchar. Algunos tienen su propio alfabeto, otros ni siquiera tienen un formato escrito, y otros, necesitan hasta cinco palabras para expresar una sola idea. A continuación, se invita al lector a ser más consciente de la riqueza que cualquier persona puede tener:


El habla


Tras haber realizado una rigurosa investigación, exploraremos en este artículo tres culturas que nada tienen que ver una con la otra, contrastando entre ellas y comparando sus puntos comunes y diferencias, todo desde el ámbito etnolingüístico (Disciplina que estudia las relaciones entre la lengua y la cultura de uno o varios pueblos, según la RAE) y un aspecto más crítico de carácter personal. Bienvenidos.


Lo primero que debemos entender para avanzar a conocer estas culturas, es que sería un error catastrófico juzgarlas con una perspectiva primermundista o simplemente una ignorante, tan solo cabe aquí la curiosidad o esa tendencia que tenemos unos pocos de saber siempre algo nuevo que contar a otros menos privilegiados. Dicho esto, comenzamos.


Los aborígenes australianos


En prácticamente todo el continente americano, se pueden encontrar estragos de lo que alguna vez fueron sociedades completas. El caso de Australia, al ser la masa continental más grande de Oceanía, no es diferente. Según varias fuentes como National Geografic®, el pueblo de los aborígenes australianos está formado por comunidades que alcanzan un numero de entre 250-400 tribus o grupos. Entre todas esas tribus es curiosa la existencia de variedad cultural y lingüística, pero la mayoría tiene en común un rasgo: el lenguaje de señas.


Imagínese el lector, una escena en una película de espías en la que el sigilo, es una difusa línea entre la vida y la muerte. Es bien sabido que el territorio de los aborígenes nativos australianos es usualmente compartido con la fauna salvaje de estas tierras, y rara vez esta fauna es partidaria de compartirla. Un buen ejemplo es el que nos ofrecen en INSOR Educativo Colombia, cuya intención es ponernos en la piel de unos nativos en la época colonial (pues hoy en día son pueblos más desarrollados) en peligro debido a un emú, la tercera especie aviar más pesada del planeta (después del avestruz y el casuario) y segunda más alta (después del avestruz).


Bien sea con intención hostil o para salir de una situación desventajosa, este pueblo fue capaz de desarrollar un idioma signado mucho antes de que se creara el lenguaje de signos oficial australiano, siendo una demostración de que el entorno que nos rodea nos puede empujar a desarrollar nuestra capacidad de comunicación más allá de las palabras.


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Conozca 40 signos manuales aborígenes para comunicarse en el desierto de Australia Occidental.


Las lenguas khoisán


En algunas poblaciones de África, y más en concreto, en Botsuana, Angola y Namibia entre otras, es frecuente el uso de una lengua que no tiene ningún alfabeto asociado debido a la cultura que la rodea. Esto se debe no solo a los bajos recursos que la mayoría de los nativos tienen que soportar, si no también de las dificultades que existen al plasmar la fonética de esta variedad de la lengua: las lenguas Joisán (o khoisán).


Es común la discusión entre lingüistas a la hora de incluir a esta lengua entre una rama concreta del estudio, sin embargo, siempre es objeto de curiosidad debido a sus chasquidos y rasgos fonéticos característicos que dificultan enormemente su escritura.


Video: "Emeloelaj speaking Khoekhoegowab" por Wikitongues / Emeloelaj. Publicado en Wikitongues.org.


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Lenguas africanas: sus orígenes y diversidad. Lengua khoisán en verde.

Fuente: Afriklens


El silbo gomero


Recordando la comunicación que los aborígenes nos pueden enseñar al no tener la necesidad de utilizar una lengua hablada para advertir un peligro, podemos compararla con el silbo gomero, con la diferencia de que tampoco hace falta observar la gesticulación corporal del hablante para comunicarse: todo funciona con los oídos y la capacidad de silbar.


Este lenguaje fue concebido antes de la colonización española de las islas Canarias. Se suele hacer conjeturas sobre el uso que le daban los nativos canarios conocidos como “guanches” antes de la llegada de los Españoles, en contraste con el silbo actual, que imita las fonéticas del español.


La Isla de la Gomera tiene un origen volcánico que la convierte en un espectáculo geográfico por sus distintas alturas. Antaño, los distintos niveles del terreno dificultaban la comunicación general de la isla, paliándose este problema con el silbo gomero.


En la actualidad, el silbo fue declarado patrimonio cultural de la UNESCO y se ha mantenido la tradición de enseñarlo a los más jóvenes, quienes a día de hoy, siguen teniendo una hora diaria de lecciones de silbo gomero en prácticamente todos los centros de educación primaria.


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El Silbo Gomero. Fuente: DW.

Conclusión

A lo largo de nuestra infancia y adolescencia, nos han enseñado infinidad de posibilidades de comunicación, como las lenguas romances, anglosajonas o germánicas, sin embargo, no nos podemos llegar a imaginar lo que realmente puede existir entre culturas. El entorno que nos rodea nos compromete de forma enorme a la forma de comunicar que tenemos en nuestro día a día. Tal vez podamos hablar, escribir o señar, pero también el silbido se ha abierto paso en la forma de comunicar. No es solo una herramienta para comunicarnos: es una manifestación viva de la cultura que lo moldea.


Desde los chasquidos de las lenguas joisán hasta los silbidos que recorren los barrancos de La Gomera, pasando por los gestos silenciosos de los aborígenes australianos, vemos que cada forma de hablar (o de no hablar) revela algo profundo sobre cómo un pueblo vive, piensa y se relaciona con su entorno. En un mundo cada vez más globalizado, comprender y valorar estas expresiones culturales no es solo una curiosidad antropológica, sino una necesidad para preservar la riqueza de nuestra humanidad compartida.


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