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¿En España el alcoholismo está normalizado?

En España, el alcohol forma parte de nuestra identidad de una manera casi natural: las terrazas llenas, los almuerzos con una copa de vino, todos los findes la previa, la fiesta y el after. Pero, ¿esa normalidad se podría convertir en algo peligroso?

Según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), en 2022, el 76,4 % de las personas entre 15 y 64 años declararon haber consumido alcohol en los últimos doce meses. Pero no es solo la frecuencia: un 9 % reconoció consumo diario en ese periodo. Y cuando hablamos de episodios intensos, también se admite haberlos tenido tanto en el último año como en el último mes. Este nivel de consumo me lleva a preguntarme: ¿Es simplemente ocio o la sociedad colectivamente está desarrollando una adicción?

Fuente: El Huff Post
Fuente: El Huff Post

Algunos podrían decir que “no todos somos alcohólicos”, y tienen razón. Hay consumidores ocasionales, moderados, y quienes beben por placer social sin llegar a depender del alcohol. Pero el problema está precisamente ahí ¿Cómo controlamos la barrera entre lo social y la dependencia?. Un estudio reciente que analiza el consumo de alcohol en España entre 1990 y 2019 revela esta tendencia. Aunque el consumo ha bajado en general desde los años noventa, los cambios no han sido uniformes, ha habido fases en las que subía con momentos de estabilización y transformaciones en cómo y cuánto bebemos.

El problema se agrava si analizamos las edades tempranas. Según datos oficiales, el 21,5 % de los jóvenes de 12 y 13 años afirma haber bebido en el último mes, y un 5,8 % reconoce haberse emborrachado. En la eso, más de siete de cada diez han consumido alcohol en el último año, y muchos admiten haberse intoxicado en el proceso. Que los adolescentes empiecen tan pronto no es solo cuestión de rebeldía, sino de una aceptación social y una normalización al consumo que con el tiempo, lava mucho del estigma que debería acompañar el consumo.

No es solo cuestión de hábitos, sino de políticas y percepción social. La normalización del alcohol en España no es sólo tolerancia, sino integración cultural: beber está aceptado, hasta celebrado. Esa aceptación tiene consecuencias reales. El alcohol provoca muertes, enfermedades, sufrimiento y violencia. En España, ha sido responsable de miles de muertes anuales, y sigue siendo un factor relevante en accidentes de tráfico, cánceres o enfermedades hepáticas. Aunque no todos los que beben son alcohólicos clínicos, la tolerancia social al consumo excesivo puede callar el problema antes de que se note o se trate.

Fuente: GQ México
Fuente: GQ México

Y ahí es donde entra la paradoja: cuanto más aceptado está, más difícil es visibilizar y abordar los riesgos. Si el consumo excesivo se camufla en “una noche con amigos”, puede prohibirse menos, regularse menos, denunciarse menos. Eso crea un terreno para que muchos patrones y señales de adicción queden sin reconocimiento. Normalizar no debería significar minimizar los riesgos ni menospreciar los daños potenciales. Si la cultura del alcohol es parte de nuestra identidad, también debe ser parte de la conversación sobre cómo prevenir desarrollar una enfermedad que no solo te va afectar a ti, si no a cada persona que te rodea.

Normalizar el alcohol no es necesariamente sinónimo de problema, pero sí es una trampa. Porque cuando algo está demasiado integrado en la vida social, cuando todo el mundo lo ve como parte de la vida diaria, es más difícil medir hasta qué punto está fuera de nuestro control. Normalizar no debería significar minimizar los riesgos, ni menospreciar los daños potenciales.

Quizá sea el momento de replantear ¿Bebemos por placer social o por presión? No se trata de eliminar el vino en la comida, ni las cervezas después de la universidad, sino de reconocer cuándo el consumo deja de ser una opción libre y se convierte en una norma. Y solo así lograremos separar la celebración de la autodestrucción.

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