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Esa cosa con alas

La representación más cruda y realista del duelo

No nos gusta hablar de la muerte. Lo evitamos a toda costa porque nos incomodan los finales, sobre todo si es uno que esta escrito para nosotros y para todos los que nos rodean. La muerte es tabú, y con ello, el duelo lo es también.

Es cierto que, en el arte, como forma de liberación que es, la muerte ha sido utópico en literatura o pintura, pero pocas veces se ha visto el duelo representado en el cine o en novelas comerciales. Y es que, resulta complicado, poner en imágenes o palabras una mezcla de sentimientos tan compleja y distinta para cada individuo. Es por esto que muchas veces se aborda el tema de manera tangencial y superficial, como simple recurso que aporta dramatismo a una trama. Son escasas las representaciones que ponen el foco en el proceso del duelo. La película ‘Esa cosa con alas’ (2025) logra un retrato tan preciso como crudo de la vida después de la pérdida.

Ilustración del cartel original de ‘Esa cosa con alas’ // Filmaffinity
Ilustración del cartel original de ‘Esa cosa con alas’ // Filmaffinity

‘Esa cosa con alas’ es un largometraje de Dylan Southern basado en la novela ‘Grief is that thing with the feathers’ del escritor inglés Max Porter. Tuvo su estreno mundial el 31 de octubre y, a pesar de haber sido reconocida en festivales como el Sundance o el Festival de Sitges, ha pasado desapercibida dentro de la audiencia general. Parte de la crítica la acusa de pretenciosa al querer ser oscura y poética al mismo tiempo, mientras que otros la consideran potente y vibrante. Lo que parece indiscutible es la maestría en la interpretación de Benedict Cumberbatch, que da vida a un padre de dos ninños al que seguimos en su viaje de aceptación por la pérdida de su mujer. Y eso de ‘dar vida’ no se queda en una mera expresión, Cumberbatch entrega de la manera más literal posible su cuerpo y su alma para dibujar a un hombre abatido al que el dolor parece haberle arrebatado todo uso de razón. Envuelta en la atmósfera intimista propia de cualquier thriller psicológico, esta película te transporta a la cabeza de una persona que trata de rearmar sin éxito los escombros de toda una vida. El caos, el desorden, el vacío y la imposibilidad de construir sobre el desastre.

No sirve con barrer debajo de la alfombra, como se hace con el resto de problemas, el duelo es ausencia y la ausencia no se cubre con papel de periódico o un preparado casero de yeso. Hay un enorme agujero que lo esta absorbiendo todo, y este padre, que ha tenido que sentar a sus ninños al volver de clase para recitarles el peor cuento jamás contado, el de la vida y la muerte, lucha por mantener a su familia unida, de nuevo sin éxito. Ese agujero que siente, que ve y que escucha, no es más que el hueco de un cuerpo, unos ojos, unas manos y una voz que ya no están. De ese vacío nace el cuervo, el símbolo más potente de esta historia y la figura que va a conducirlos a todos hacia un nuevo intento de vida.

Fotograma de ‘Esa cosa con alas’ // Revista Nuebo
Fotograma de ‘Esa cosa con alas’ // Revista Nuebo

El cuervo aparece como una presencia que llena los espacios sin importar lo que se lleve por delante. Una voz incansable que trepa con un as sobre la herida. La historia lo presenta como una aparición verdaderamente monstruosa que conduce a los personajes hacia el extremo más oscuro del duelo. Conforme avanza la película, el cuervo no se dulcifica, sino que el espectador comprende que la labor ruin que esta desempeñando es completamente necesaria para el desenlace. El cuervo remueve los escombros e incide en el dolor para asegurase de que los personajes miran a los ojos de lo sucedido, que se enfrentan de cara al terror y no permanecen más de la cuenta en ese estado de absoluta negación que sucede a la pérdida. La dimensión metafórica que adquiere la figura del cuervo ayuda a explicar algo complejo de la manera más sencilla posible. Así, la película logra generalizar un proceso extremadamente personal exponiendo pensamientos comunes y cuidando los detalles que brindan conexión a quienes han pasado por una situación similar.

El arco narrativo de la historia culmina con la aceptación del cuervo como un nuevo integrante en la vida de cada uno de ellos. Ya no es percibido como el enemigo, sino que comprenden la necesidad de su presencia para salvaguardar que el vacío siga siendo vacío. Padre e hijos logran apilar los escombros, porque después de todo, la vida para ellos tiene que continuar. Lejos de intentar alcanzar el ideal de una película comercial, esta historia es arriesgada al atacar un tema tan poco popular. Es una película que deja de lado lo superficial y desentierra un sentimiento que nos une a todos por nuestra naturaleza efímera: el del miedo a la muerte.

Es necesario que existan este tipo de representaciones, pues permiten que las personas logren reproducir en alto un discurso que llevan por dentro y abran un canal de diálogo con los sentimientos más enquistados. Además, son esenciales para ayudar a deconstruir el tabú alrededor de la muerte, porque es importante hablar de ella.

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