Europa First
- Uxía Blanco Pérez
- 10 mar
- 3 Min. de lectura
El regreso de Trump a la Casa Blanca reabre viejas heridas en las relaciones transatlánticas y plantea un desafío para la UE: ¿autonomía estratégica o nuevas alianzas?
El regreso de 'America First'
La primera presidencia de Donald Trump (2017-2021) estuvo marcada por un enfoque unilateralista y proteccionista resumido en su política de America First. Esta doctrina, lejos de haber desaparecido en 2025, se ha intensificado y se ha transformado en un discurso más agresivo que refleja una ambición expansionista: Canadá, Groenlandia, el canal de Panamá o el Golfo de México son algunas de las regiones que aspira a controlar.
A veces se olvida que Trump es, ante todo, un empresario y está gestionando el país como tal. En su nuevo orden mundial, las alianzas tradicionales carecen de sentido si estas no generan un beneficio directo. Ante este panorama tan fragmentado, la Unión Europea debe decidir si refuerza su autonomía política y militar o si continúa dependiendo de una relación transatlántica cada vez más incierta.

¿Es posible una autonomía europea?
La idea de una Unión Europea más autónoma en sectores estratégicos está ganando cada vez más seguidores; sin embargo, este objetivo no es tan sencillo como parece, ya que seguimos dependiendo de Washington en áreas clave como la Defensa, especialmente en el contexto bélico actual.
Recientemente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha destacado la necesidad de que Europa “tome el control de su propio destino” y “trabaje para fortalecer su autonomía, sin descuidar su papel en el contexto transatlántico”. Pero también lo hizo en su discurso de 2021, cuando señaló que “una Europa más fuerte es una Europa más independiente”. Sin embargo, no todos los Estados miembros de la UE comparten la misma visión sobre la autonomía: mientras algunos, como España e Italia, apuestan por reforzar la OTAN; otros, como Francia y Alemania, prefieren una defensa exclusivamente europea.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, defiende que la UE debe ser capaz de actuar por sí misma ante desafíos globales y no debe depender de ningún otro actor internacional. En la misma línea, el líder del partido Unión Democrática Cristiana alemán (CDU), Friedrich Merz, insinuó que la defensa mutua en la OTAN ya no está asegurada tras la llegada de Trump. Incluso ha roto el tabú al hablar de la posibilidad de que la Unión Europea desarrolle armas nucleares propias para asegurar su seguridad.
Lo cierto es que esta situación es difícil de modificar, ya que una de las características de la UE es la necesidad de alcanzar unanimidad para tomar decisiones en política exterior: Von der Leyen y otros líderes son partidarios de cambiar este sistema para facilitar el consenso y permitir decisiones más rápidas, pero esto también está lejos de conseguirse.
Mientras tanto, la Unión Europea ha comenzado a buscar nuevas alianzas "más equilibradas y menos dependientes de una sola superpotencia" en Asia, África, América Latina y China que contrarresten la influencia de Estados Unidos. El gran beneficiado en este contexto es China, que está atrayendo a los países europeos desencantados con el giro estadounidense.
Trump, al igual que las relaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos, sigue siendo impredecible: ya lo fue en su primer mandato y todo parece indicar que lo será nuevamente. En los pocos meses que lleva en la Casa Blanca, ha echado por tierra todos los esfuerzos de la administración Biden para fortalecer los lazos trasatlánticos. Quizás esto sea lo que Europa necesitaba para liberarse de la sombra del gigante americano y empezar a trazar su propio camino en un nuevo orden mundial cada vez más multipolar y complejo.

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