Historia del Primero de Mayo
- Carlos Núñez
- 29 abr 2023
- 4 Min. de lectura
El próximo 1 de mayo, como todos los años, será festivo en toda España con motivo del Día del Trabajador, pero ¿ qué se celebra ese día y por qué?
1 de mayo de 1886, en Chicago, EEUU. 200.000 trabajadores iniciaron una huelga por la reducción de la jornada laboral, sin saber que pasarían para siempre a la historia y que su acción se convertiría en festividad al otro lado del charco, incluso varios siglos después.

La Revolución Industrial caracterizaba el contexto de EEUU en el primer tercio del siglo XIX. El país vivía un crecimiento económico sin precedentes y se aproximaba una época de gran prosperidad que marcaría el inicio del camino que lo ubicaría como el centro hegemónico político y económico de todo el mundo años después. Sin embargo, este extraordinario desarrollo tuvo una cara 'B': todos aquellos obreros que se vieron obligados a trabajar durante jornadas interminables para tener un pan que llevarse a la boca, y que fueron los que con su trabajo soportaron el precio a pagar por tal extraordinario crecimiento.
Hartos de abusos, los obreros comenzaron reivindicaciones como la lucha por la jornada de ocho horas. Estas reivindicaciones motivaron el nacimiento y desarrollo de varios movimientos, destacando el que se formó en Nueva York en 1829 para solicitar a la legislatura (órgano bicameral que ostenta el poder legislativo del estado) la regulación de la jornada laboral y su disminución a ocho horas. La única intervención de las instituciones hasta entonces en la materia era una ley que prohibía trabajar más de 18 horas "salvo casos de necesidad" y cuya ambigüedad fue utilizada por algunos de los empresarios estadounidenses de la época como excusa para aumentar de manera considerable las jornadas de sus trabajadores en campañas de aumento exponencial de la demanda de productos. Ya entonces la intervención estatal en la economía, aunque fuese en pro de las condiciones laborales, generaba profundo rechazo en el país. La tierra del "don't trade on me" ya lo era desde hace siglos.
El punto de inflexión de las protestas llegará el sábado 1 de mayo de 1886, cuando 200.000 trabajadores inciaron una huelga y otros 200.000 sostenían una amenaza de paro en el contexto de lucha por la jornada de ocho horas. La protesta tuvo especial acogida en Chicago, que en aquel entonces destacaba por las malas condiciones laborales, y donde la protesta continuó días más tarde. En concreto, el 4 de mayo convertirá la jornada en histórica con la conocida como Revuelta de Haymarket, en la que más de 20.000 personas se concentraron en esta plaza, siendo reprimidas por la policía en una lucha campal que subió de nivel cuando un artefacto explosivo estalló entre los policías, provocando el fallecimiento de uno de ellos, y estos respondieron abriendo fuego contra la multitud, matando en el acto a decenas de manifestantes.

Chicago vivía unas horas de crisis y las autoridades decidieron declarar el toque de queda y el estado de sitio, procediendo a detener, golpear y torturar a centenares de trabajadores, acusándolos del asesinato del policía. La situación fue aprovechada por múltiples medios de comunicación para criminalizar al movimiento obrero y anarquista, pidiendo en algunas crónicas su llevada a la horca por "rufianes, rojos comunistas que no son más que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación".
Tras un juicio plagado de irregularidades, y profundamente influido por la opinión pública, finalmente se condenará a dos de los acusados a cadena perpetua, a otro obrero a 15 años de trabajos forzados y a un total de cinco trabajadores a muerte. Estas fueron las víctimas directas de los sucesos de Chicago, pero no las únicas: miles de trabajadores, en su mayoría inmigrantes de países de Europa como Italia, España o Polonia, fueron despedidos, procesados y torturados, y muchos de sus dirigentes sindicales acabaron perdiendo la vida.
Aunque muchos no llegaron a poder ver sus reivindicaciones cumplidas, lo cierto es que las jornadas de protestas acabaron consiguiendo sus objetivos, pues a finales del mes varios sectores patronales accedieron a la reducción de la jornada a las ocho horas, todo un éxito del movimiento obrero que fue reconocido por el propio Engels en el prefacio de la edición alemana del Manifiesto Comunista de 1890.
El día se marcará en rojo en nuestros calendarios gracias a la acción de la Segunda Internacional (una prueba más de la fuerza del movimiento obrero) que lo estableció como el día de conmemoración de la jornada de ocho horas allá por el 1889. En España, este festivo se establecerá como tal en 1931 en plena II República, aunque se eliminará durante la dictadura de Franco. Curioso es que precisamente en EEUU, donde tuvieron lugar estas protestas, el día del trabajo ('Labor Day', poniendo más el acento en la acción de trabajar que en los trabajadores) se celebra el 1 de septiembre, tratando de huir del establecimiento de la fiesta en una fecha tan unida a un movimiento tan repudiado en EEUU en las últimas décadas como es el movimiento obrero.

Hoy en día nuestras luchas son distintas tanto en medios (contamos con las redes sociales como gran arma de convocatoria) como en objetivos (consolidada la jornada de ocho horas, comienza a haber reclamas de una jornada de cuatro días semanales), pero teniendo presente siempre la premisa de "trabajar para vivir y no vivir para trabajar" no estaría de mal tener siempre presentes a aquellos que pasaron ya a la historia como los mártires de Chicago.
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