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La transformación del actor español

Reflexión sobre una industria cada vez más homogénea y costosa

Las técnicas interpretativas del cine español han cambiado notablemente en los últimos veinticinco años. La influencia del teatro ha dado paso al detalle, los actores optan por susurrar en las escenas más íntimas y sus gestos en ocasiones son tan sutiles que han pasado a ser imperceptibles. Sin embargo, estas tendencias no son elección del intérprete: revelan cambios en la formación, industria, tecnología y demanda.


Las generaciones anteriores de actores están marcadas por una amplia tradición teatral, con el carácter propio de quien necesita enfrentarse a un escenario y, a su vez, a un público que debe atrapar. Sin embargo, el actor actual está subordinado a una cámara de gran calidad, con una sensibilidad de sonido y definición que le obligan a trabajar de forma distinta su personaje. Por supuesto, no puede decirse que una generación sea mejor que otra; sus prioridades, pese a ello, han cambiado.


Escena de una película. Fuente: Pinterest
Escena de una película. Fuente: Pinterest

Junto al director, el actor es la gran cara visible de una producción cinematográfica; tras un nuevo proyecto, puede encontrar una nueva comunidad de fans o sufrir brutales críticas en redes sociales. Sin embargo, ¿es realmente tan importante su figura? Las innovaciones del formato, plataformas de streaming y evoluciones tecnológicas han condicionado toda la formación de un actor, independientemente de los castings que realice o la fama que alcance. Así, es necesario cuestionar si los intérpretes tienen poder de elección en su carrera profesional.


En el cine español, la interpretación es cada vez más contenida y naturalista, y los actores cada vez hablan más rápido y con un volumen más bajo. Esto no revela una mala calidad interpretativa, sino una formación intencionada. Recientemente han cobrado protagonismo másteres, academias y escuelas especializadas en interpretación ante la cámara, en específico dirigidas al proceso de casting. Así, esta costosa formación abre muchas puertas a algunos actores, quienes pueden enfrentarse a los duros filtros de los castings de grandes producciones, pero no los prepara para construir sus personajes con amplios métodos y conocimientos.


Las nuevas vías de aprendizaje son las grandes responsables de la homogeneización del actor. Cualquier apasionado que quiera dedicarse a la industria debe distinguirse del resto y poder pagarse una cara carrera formativa para poder competir en los procesos de casting. Por esta razón, un actor no puede presentarse directamente a una audición abierta, sino que necesita presentar un currículum y un videobook dignos del proyecto al que va a optar, aunque aspire a un papel en una pequeña producción.


Photobook para actores. Fuente: Pinterest
Photobook para actores. Fuente: Pinterest

El actor del siglo XXI está sometido a unas expectativas sociales y económicas que no puede cumplir. En el oficio, el talento pasa a un plano secundario y da paso a un perfil específico; una cara, una voz, unas redes sociales y unos contactos que la industria demanda. De este modo, un oficio caracterizado por el glamur y la fama condena a quienes lo ejercen a un proceso marcado por la precariedad y una imperiosa inversión en formación.


Por supuesto, la tecnología es la otra gran causante de este cambio, junto a otros aspectos de la industria. La llegada de las plataformas de streaming ha cambiado los formatos y las expectativas de los actores. Las productoras ya no necesitan una voz cautivadora o excepcional, necesitan a alguien frente a una cámara de alta definición que pueda protagonizar esos constantes primeros planos, alguien con un atractivo particular.


Los actores del cine español no han perdido talento a lo largo de los años. No obstante, sus técnicas interpretativas no son una simple moda, sino un reflejo de un sistema comercial, tecnológico y cultural que los abruma. Así, la industria solo nos deja ver a aquellos que han pasado los procesos de casting, es decir, aquellos que se han adaptado a la limitada realidad del actor. Los personajes del cine han ganado realismo y detalle en las grandes producciones españolas; el coste ha sido la diversidad expresiva de aquellos que luchan por ser actores.


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