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Para ser bella hay que ver estrellas

Fuente: Pinterest.
Fuente: Pinterest.

La belleza: hermosura, preciosidad, atractivo, encanto. Percibido de maneras distintas según los gustos y estándares personales, la sociedad siempre ha marcado regímenes sobre ella, denominados cánones, como si se tratara de un concepto sólido, denominado canon. Así pues, han variado con el tiempo, la evolución del hombre y con la cultura.

1. ¿Cómo se crea un canon? Antigüedad clásica

A lo largo del tiempo, el cánon se ha transmitido mediante la moda, el arte, los medios de comunicación y, actualmente, las redes sociales. Estas normas son supuestamente un consenso público sobre que es encantador y atractivo para la sociedad, por lo que pueden variar bruscamente dependiendo de los ideales filosóficos, culturales y sociológicos (entre otros) de cada nación. Este artículo desglosa los modelos estéticos de la mujer, aunque también existieron para el hombre.

La antigüedad clásica percibió la belleza como un privilegio otorgado por los dioses. Grecia fue la cuna del término cánon, gracias al artista Policleto, quien entendió la belleza bajo los parámetros de la simetría y proporción. Asimismo, la mujer debía personificar la armonía física, comúnmente representada con caderas anchas, brazos blanqueados y figuras robustas. El conjunto de estos rasgos, junto al cabello largo rojizo ondulado, implicaba haber sido bendecido por la diosa Afrodita. Afrodita forma parte de los doce dioses olímpicos y es famosa por su extrema belleza que provocaba atracción en dioses y humanos por igual. Por otro lado, Egipto ensalzó a una mujer con un cuerpo casi infantil: sin vello corporal, alta, esbelta y de piel tersa. Se maquillaban por razones de salud, para protegerse del sol y de los insectos, utilizando, por ejemplo, los khol, unos polvos para los ojos embellecedores. Se le otorgaba gran importancia a la ropa y joyas. Roma también idealiza a la mujer con la piel clara, nariz pequeña y rostros serenos.

Khol. Fuente: FacoElche.com
Khol. Fuente: FacoElche.com
El Doríforo de Policleto. Fuente: Wikipedia.
El Doríforo de Policleto. Fuente: Wikipedia.

2. Edad Media, Renacimiento y la era victoriana

En la Edad Media, la mitología abandona por completo su influencia al ser reemplazada por el cristianismo: Dios dota al hombre de belleza, externa e interna. La feminidad idealizada era presentada con personajes con la tez blanca, el pelo rubio y largo, la nariz y los ojos pequeños, y el cuerpo delgado, con un pecho pequeño y caderas estrechas, casi contraria a Grecia; y aparte debía ser una mujer pura, ejemplar de los valores cristianos y perfección moral. El maquillaje pasa a segundo plano ya que se supedita la belleza natural creada por Dios. Sin embargo, el uso de las pelucas o peinados elaborados fue clave dentro del canon medieval al manifestar modestia entre los siglos XIII y XIV.

Mujer en la Edad Media. Fuente: Triángulo Magazine.
Mujer en la Edad Media. Fuente: Triángulo Magazine.

El Renacimiento se sirve de bases antiguas y del período anterior: una mujer blanca, cuerpos y caderas robustas, retornando a la simetría y proporción como regla. Se continúa con la búsqueda de la mujer perfecta también éticamente, pero está vez no se ve centrada en la mujer cristiana y pura, sino en la mujer noble y poderosa socialmente. La cosmética se desarrolla incrementalmente y el espejo de tamaño completo permite conocer con precisión al cuerpo femenino. Nace el “sprezzatura:” aparentar naturalidad e ínfimo esfuerzo a pesar de haber dedicado especial atención y tiempo a lucir preciosa. Mientras evoluciona el arte con nuevas corrientes, como el Barroco, el modelo se tornó cada vez más voluptuoso. Las tres gracias de Rubens lo demuestran.

Las Tres Gracias, Rubens. Fuente: El Museo del Prado.
Las Tres Gracias, Rubens. Fuente: El Museo del Prado.

La era victoriana (s.XIX) guia a la mujer a querer tener una apariencia peculiar: palidez extrema, ojos grandes y llorosos, y el auge de los corsés, que resaltan el busto y reducen la cintura y algunos capaces de cortar la respiración de la mujer en busca de un cuerpo perfecto. El maquillaje se empezó a asociar con lo vulgar y prostitución, siendo reemplazado por uso de cremas y remedios naturales, algunos dañinos para la salud como la Belladona en los ojos.

Fuente: Madame Macabre
Fuente: Madame Macabre

3. Del siglo XX al siglo XXI

El siglo XX no se puede unificar en un único canon ya que se atravesaron por bastantes transformaciones sociales y políticas. Los años 20 y 30s valoraban a una mujer maquillada para marcar cada vez más los rasgos, como los ojos con sombras oscuras, los pómulos y con pelo corto. La segunda guerra mundial supuso que los cánones pasarán a segundo plano pero renacen en los años 50s, donde el claro ejemplo es Marilyn Monroe: curvas pronunciadas, símbolo de feminidad y ama de casa perfecta. Aunque los 60s y 70s combatieron este modelo por las revoluciones culturales con pestañas largas, minifaldas y la liberación femenina mediante el auge de los hippies, del rock y del punk. Todo esto culmina en los 80s con la mujer llamativa, de colores radiantes y cabello con volumen; calmado en los 90s con una moda simple con melenas sueltas y mechones rubios.

Marilyn Monroe. Fuente: Vogue España
Marilyn Monroe. Fuente: Vogue España

No se podría fijar un canon como tal del siglo XXI, ya que las redes sociales, la diversificación y revoluciones sociales han permitido abandonar la idea de un solo ideal para la mujer. Aún así, la manipulación de la imagen ya sea mediante filtros o más recientemente los deepfakes manejan la percepción de uno mismo hacia la búsqueda de una figura utópica. De esta forma, se ha empezado a dar mayor luz a las inseguridades y trastornos alimenticios (que seguro que existían ya en el siglo XIX) para que tengan tratamiento médico y psicológico.

Fuente: La Vanguardia
Fuente: La Vanguardia

4. No veas estrellas para ser bella

La historia manifiesta que desde la antigüedad la belleza ha sido un ideal primario para vivir en sociedad, pero está también demuestra que es imposible definirlo de manera que exista un modelo inmutable.

Para concluir con el discurso motivacional: no veas estrellas para ser bella. Es curioso investigar sobre qué percepción se tenía en cuanto tenía que ser la mujer para el público y ser considerada atractiva. No obstante, la belleza no se mide con conceptos o ideologías: maquíllate como quieras, viste como quieras y luce como quieras.

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