Un (pequeño) vistazo a la estética del Jazz
- Roberto Sánchez
- 8 oct
- 6 Min. de lectura
¿Cómo se experimentó el Jazz en su comienzo y actualmente?
“El Jazz está muerto, y nosotros lo hemos matado”, dicen profesores de academias de Jazz a sus jóvenes alumnos que, con gran interés, se acercan a una música con orígenes temporalmente cercanos pero con un fondo complejo a la vez que absorbente. Claramente, existe una disforia entre lo que los “expertos” en el género piensan del Jazz y lo que el mundo en general considera de este. Pero la historia de este género no comenzó en definiciones y explicaciones de por qué un arte muere o desaparece, sino como respuesta a la opresión de un colectivo como eran las personas afroamericanas en Estados Unidos, una forma de expresión que se trabajase al margen de la luz del día y de los hombres blancos como instrumento contra el abuso generalizado.
Este tipo de música ha influenciado a numerosos artistas en el mundo desde su nacimiento a principios del siglo XX hasta el día de hoy, día en que yace sepultado por las muecas de los académicos. Pero, ¿cómo va a estar muerta una música que se toca y vive a día de hoy por tanta gente y tantos nuevos artistas tienen el Jazz como gran parte de su influencia?
Estética de un arte muerto
Para poder entender a qué se refieren los expertos que hablan del “Jazz muerto” es necesario acudir a la estética que rodea la forma en que se da a ver el género y su forma de transmitir el contenido de su mensaje. Pues la estética, es tanto una forma de mirar como de transmitir y entender.
En primer lugar, esta música tuvo una relación simbiótica con las artes plásticas, más allá de lo que son las portadas de discos a las que, claramente, se refiere gran parte de la estética aquí discutida. Es innegable que la portada de, por ejemplo, Mingus Ah Um de Charles Mingus es de claros tintes de arte abstracto expresionista, con una gran cercanía a la pintura de Jackson Pollock o a Vasili Kandinsky. Curiosa relación, teniendo en cuenta que este último es el pintor de la música, ya que la creación de sus obras se basaba en la representación de la música en el lienzo. Aunque, todo sea dicho, no dedicó ninguna obra al Jazz.
Este aire de Vanguardia y su relación con el arte moderno que ofrecía el Jazz en Norte América y América Latina reforzó mucho el ideario que se tiene acerca del mismo como una música abstracta y que muchas veces parece más un caos que algo ordenado, al igual que cuando se miran obras plásticas de este tipo de corrientes. Al fin y al cabo, este género hace énfasis en lo colectivo antes que lo individual, haciendo que la suma de los instrumentos cree un sonido heterófono pero ordenado.
De hecho podemos encontrar una obra que nos enseña exactamente esta sensación: Above Blues de Archibald Motley, en la que aparentemente existe un ambiente caóticamente festivo en la que los instrumentos de la banda se funden con los asistentes a pesar de estar suficientemente delimitados por líneas rectas. Y es que podemos ver ciertos tintes de expresionismo mediante las dichas líneas que traza el pintor dentro de un ambiente tan cargado con colores tan vivos.
Luego, en lo referente a lo auditivo, el estilo musical esta completamente atravesado por su propia historia, por una historia de opresión como se ha hecho notar en la introducción. El comienzo del Jazz fue fruto de la esclavitud y el hecho de que los afroamericanos y criollos recibieran instrumentos de las bandas militares estadounidenses, de forma tal que la primera experimentación de estos trataba de imitar el sonido de la voz, en un intento de representar la música tradicional africana mediante la instrumentación. Este empeño provenía del hecho por el que los esclavos afroamericanos tendían a entenderse en una clase superior si eran poseedores de un instrumento musical.
Sin embargo, este ímpetu en asimilar el sonido del instrumento a la voz no significa una imitación, sino una raíz de la cual basarse para crear con los instrumentos. Esto se hace mediante ligados, semitonos, como la “blue note”, una nota asonante en la escala pentatónica menor que le da un estilo triste y de la que se le da al nombre al Blues. A esto se le añaden las sincopas que crean el llamado “swing” extraída del ragtime del siglo XIX y que formaría la fórmula del Jazz.
Este primer Jazz se ha venido a llamar el tradicional de Nueva Orleans donde las características del Jazz se ven más vivas. Estas se centran en la improvisación de grupo, que Ted Gioia definió como una forma de afirmar el grupo frente al individuo, donde cada instrumento cumple un rol y que se une a la heterofonía antes descrita en relación con las obras de arte modernas. Estas eran unas de las características generales del Jazz de Nueva Orleans y que permearían al resto de música ganando y perdiendo relevancia a lo largo de los años.
Este Jazz sería copiado directamente por los músicos blancos de la época, creando crítica y disputa sobre la originalidad del mismo y su incapacidad de recrear la música negra, lo que hizo que la comunidad afroamericana rechazase esta música mediante la creación del bebop en los años 40, con un ritmo acelerado y aún más centrado en la improvisación.
Posteriormente convivieron grandes figuras del Jazz de diversos orígenes e incluso colaboraron juntos en multitud de momentos a lo largo del siglo XX, lo que hizo que el tráfico de información musical crease espacio para la evolución del género y su enriquecimiento. Y, por supuesto, cabe hacer mención a los derivados latinoamericanos del Jazz, como la Bossa Nova, que juntó la samba con características del Jazz.
Posteriormente el Jazz se diversificó en muy distintos subgéneros que derivaron en creación de ya no “sub”, sino géneros como tal, como sería el Free Jazz o el Jazz Fusion, que se considera por los músicos de este como algo distinto del Jazz tradicional, como dice Adam Neely, youtuber enfocado en la divulgación de la teoría musical y miembro de un grupo, precisamente, de Jazz Fusion.
Situación actual
Actualmente, las referencias y entendimiento sobre el Jazz se han quedado estancados en una imagen forzada del siglo XX, unido a las tendencias artísticas con las que surgió. El imaginario colectivo está aquietado en esto en vez de tener una imagen renovada y cercana a la evolución de la que ha sido fruto en el cambio de milenio. Esto es algo que no es únicamente un suceso europeo, pues, como se sabe, estamos lejos de la influencia de esta música (salvo algunos autores que tomaron influencias posteriores), sino que es algo que sucede también a nivel estadounidense.
Aun así, esto no hace que el Jazz haya muerto, pues se sigue tocando, se habla de ello, se tiene presente en la cultura popular, la gente gusta de ello e incluso existen instituciones centradas en esto, como es la Universidad de Música Berklee, en Boston.
Esta paradoja nos hace ver un hecho relevante: el elitismo que pueden llegar a mostrar los profesionales del género en su enseñanza y trato y la visión que tiene el mundo de ello. El Jazz claramente ha dado influencia a muchos artistas y se la sigue dando, no hay más que ver a Laufey o Berlioz, que han llevado el género más allá de lo que tradicionalmente se espera de ello. Y solo por nombrar estas influencias, pero el Soul, el RnB, el Hip-Hop e incluso el Rock también traen un gran bagaje de la música negra de la primera mitad del siglo XX.
Al final, la confusión es terminológica, pues los profesionales solo llaman Jazz a la música de Nueva Orleans hasta el primer cuarto del siglo XX, pues todo lo posterior no tiene que ver. Los llamados standards son las únicas composiciones reales que recogen el swing o la influencia del ragtime.
Haciendo resumen, el Jazz está volviendo a ser escuchado de forma generalizada como un medio de expresión que ha dejado atrás estas viejas barreras, a pesar de que se hable de su muerte. Al igual que este comenzó con la desprofesionalización y la anamnesis de una música tradicional, a día de hoy se está separando de esta concepción del “Jazz muerto” que lo único que hace es abrir una barrera entre los expertos y los iniciados. La barrera de entrada a un ámbito profesional del género es muy compleja, pero la experimentación y la visión creativa sobre la música que se escucha, el intercambio informal de contenidos, es mucho más rica que la propia academia. Mi recomendación es empezar a escuchar este compuesto de géneros desde donde se sienta uno cómodo, pues la entrada a géneros muy complejos puede despistar de lo que realmente importa, que es disfrutar de la escucha y el descubrimiento.
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